jueves, 25 de agosto de 2011

Primera ascensión al Monte Ferrier, Parque Torres del Paine, Patagonia, año 2001.

Vista del Monte Ferrier

Algo de historia :

El Monte Ferrier lleva como topónimo el recuerdo del primer colono del área sur del actual Parque Nacional Torres del Paine, Mr. Walter Ferrier (de nacionalidad inglesa), quién en 1896 se atrevió a localizar en dicho sector donde hoy día se encuentran la administración del parque sus actividades  ganaderas como forestales con la intención de desarrollar una economía pujante en la zona. Lejano y solitario en sus inicios, hoy día las ruinas de su casa-habitación es visitada por numerosos turistas de todo el orbe.

El Monte Ferrier pertenece al Grupo Mano del Diablo-Balmaceda del Hielo Patagónico Sur y está ubicado en el sector oeste del Parque Nacional Torres del Paine y en las inmediaciones periféricas del Campo de Hielo Sur. Tiene tres cumbres: la mayor posee 1.599 m. (cumbre Sur), la cumbre Noreste 1.499 m. y la Noroeste 1.451 m. 

Desde sus inicios permaneció inescalado y olvidado por los montañistas, opacado tal vez  por los retos que representan sus  increibles pares en el Parque Nacional Torres del Paine.  No se tiene conocimiento ni registro de expediciones hasta el año 1999 ( una expedición de un grupo de alumnos de la Universidad Católica ) y año 2000 ( expedición de la Universidad de Magallanes ), ambos intentos sin fructiferar.

No es hasta el verano del año 2001 que la cordada integrada por los chilenos Renato Méndez, Alfredo Soto y Luis Pavez., logran coronar la primera ascensión absoluta a la cumbre principal de 1.599 mts. 

Relato de la ascensión :

Salimos de la Guardería Grey temprano por la mañana, cargando todo lo necesario para una estadía de cinco días en una intentona al Monte Ferrier. En el equipo incluimos lo básico para la progresión y seguridad de la cordada para terreno nevado, considerando encontrar  algo de hielo y tal vez mixto. Nuestra ruta seleccionada sería la lógica, por el filo cumbrero, libre de las avalanchas, donde esperábamos encontrar pendientes no mayores a 50 °.

Campamento base.

Situamos nuestro campamento base a la salida del bosque de lengas. Durante aquella noche de campamento  hubo tormenta con mucho viento, creo que ninguno de los tres durmió bien ni descanzó  como se debe producto de los rayos y avalanchas que se hacian notar con personalidad y a los constantes azotes de la carpa sobre nuestras caras que se doblaba y a ratos parecía querer rendirse ante tan semejante viento.

Ferrier desde el Plateau
Por la mañana el clima mejora, pero por las nubes que se aproximaban desde el norte a gran velocidad nos dimos cuenta que no tendríamos mucho tiempo para realizar la ascensión, es por eso es que decidimos salir con solo lo necesario para unas ascensión en estilo alpino, ya que el clima no estaría de nuestra parte.
Cruzamos el gran Plateau del Ferrier sin mayores inconvenientes hasta tomar el filo cumbrero, lugar donde nos comenzó a  golpear el viento muy fuerte y con voraces ráfagas que nos obligaban a desacelerar nuestro ritmo y detenernos a cada momento, la nieve levantada por el viento nos daba constantemente en nuestros rostros, dificultando nuestra visibilidad del terreno, al punto de planternos desistir de nuestro intento, ya que el ambiente se tornaba inseguro y el clima amenazaba con empeorar más. Despúes de sortear unos cuantos paredones de nieve entre 45°a 50° y de 150 a 200 mts de extensión, deteniéndonos cada vez que el viento nos obligaba a autoasegurarnos a la pendiente alcanzamos finalmente la cumbre del Monte Ferrier.

Creo que cuando alcanzamos la cumbre eran como las 12 del día.  Increíblemente en aquella no soplaba ni una ráfaga de viento, viento calma, sin embargo se oía como azotaba las paredes de la montaña más abajo. Las nubes daban al cielo un aspecto sombrío y pasaban rápidamente sobre nuestras cabezas. Estuvimos contemplando la gran vista panorámica que ofrece esta cumbre solo por cinco minutos y decidimos bajar.
En el descenso se cierra el clima y comienza a nevar,  retirándonos rápidamente nos concentramos en no cometer errores y en oir las avalanchas que se sucedían una tras otra a nuestros flancos. Llegamos al campamanento base, con la misión cumplida, sanos y salvos a las 7 de la tarde, de ahí a comer y a la carpa a descanzar, hechar el pelo, reirnos y soñar con una pizza.

Vista desde la cumbre del Ferrier.
Cualquier expedición en la Patagonia es algo para tomárselo en serio, dadas las características impredecibles y variables del clima.  Invierno marcado por las bajas temperaturas y las nevadas, el fuerte viento tan característico del verano. No es extraño que aún en verano persistan las nevazones, transformando el contexto  que uno esperaría encontrar en la montaña.

El Ferrier tiene eso de aventura e incertidumbre de los cerros Patagónicos. El espeso bosque de lengas, ñirres y coigües que cobijan sus faldeos, hace aún más interesante la aproximación al campamento base, teniendo el escalador o montañista que abrirse paso sin más referencias que la de su sexto sentido y apoyándose de su brújula y mapa. 



LUIS PAVEZ


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