viernes, 25 de noviembre de 2011

Campos de Hielo Norte nos puso a pruebas.


EXPLORANDO MÁS ALLÁ DE NUESTRA ZONA DE CONFORT

La montaña es una escuela que tiene la virtud de hacernos crecer, situándonos fuera de nuestra zona de comodidad, poniendo a prueba nuestros instintos desnudándonos como seres humanos, sacando lo peor y lo mejor de nosotros, dándonos lecciones de humildad y permitiéndonos alcanzar la virtud de valorizar aquellas cosas simples que conforman nuestras vidas.

Este es el relato de montaña que ningún escalador quisiera narrar a modo de vivencia personal.  Confieso que me costó trabajo superar el tema,  tomar el lapiz y ponerme a escribir estas notas.  Me motivó  testimoniar un agradecimiento a mis compañeros de escalada de aquel día 26 de Julio, en el Glaciar Exploradores, en la Patagonia, donde disfrutamos de una exquisita escalada en hielo y a la vuelta nos sorprendió un accidente, que de paso estimo pudo haber tenido graves consecuencias, aminoradas por la fortuna y sobre todo la preparación, trabajo en equipo, la eficiencia, el liderazgo y compañerismo demostrado.

Dicho glaciar está ubicado a un costado de los Campos de Hielo Norte Patagónico y a 5 horas en auto por Carretera Austral desde Coyhaique.   Nos internamos varios kilómetros en su interior dispuestos a buscar el mejor hielo para escalar...

LA HISTORIA

Todo parte con la invitación de José Luis Dragón a participar como miembro de un equipo, el cual capitaneaba, y que se dirigiría a Coyhaique para representrar a su Club de escalada Eskalapatagonia y participar en la segunda versión del torneo invernal Patagónico de escalada en hielo.

Con Jose Luis, nos conocíamos desde hace nueve años cuando ambos pertenecíamos a un club de montañismo en Puerto Montt, en donde tuvimos la oportunidad de subir un par de cerros junto, con el paso del tiempo, como amigos, compartimos y escalamos juntos en varias oportunidades, motivo suficiente para hacer una gran amistad que ha logrado perdurar hasta los días de hoy.

No dudé en contestarle que me interesaba participar en el torneo y que contaría con mi apoyo incondicional.  Sería una gran oportunidad para reunirnos otra vez a rememorar viejos tiempos.  En ese instante recordé a Michael y le pedí que le avise de nuestros planes, sería magnífico estar nuevamente juntos los tres haciendo lo que más nos gusta, escalar.

Un mes después, pasajes en mano llego a Puerto Montt.  Nos reunimos en su casa para finiquitar los detalles del viaje, uno a uno fuí estrechando las manos de Francisco, Felipe, Carlos y finalmente un fuerte abrazo a Michael, a quien ya conocía desde mucho tiempo.  Junto a Michael, habíamos sido cordada un par de temporadas en el Valle de Cochamó, dónde abriríamos la Primera Ruta Chilena.  Como decimos los marinos, compañero de muchas batallas, en la montaña, escalando, guiando, compartiendo, aprendiendo y entregando lo aprendido.

Debido a que queríamos tener un par de días libres en Aysén, para escalar previo a la competencia, al día siguiente llegamos a Coyhaique, lugar donde conocería a los dos últimos protagonistas de la historia, me refiero a Hugo y Rody.

Una vez reunidos en Coyhaique, decidimos en forma unánime que lo mejor para todos sería aprovechar los días previos a la competencia en escalar un poco en hielo en las cascadas que se forman a orillas del camino que conduce a la localidad de Cerro Castillo.  Así al día siguiente salimos a medio día rumbo a las cascadas, ya en el lugar, nuestra sorpresa fue doble.   Por un lado eran increibles los cerros que nos flanqueaban a ambos lados del camino invitándonos a escalarlos, mientras que por el otro lado del valle no había ninguna cascada formada que nos permitiera escalar, asi el consenso nuevamente fué unánime, nos dirigiríamos a escalar en hielo al Glaciar Exploradores, a unos 270 kms al sur de Coyhaique por Carretera Austral.


En la foto Carlos, Felipe, Rody, de espalda José Luis, tomando mate, antes de salir de Coyhaique.
Llegamos de noche al pié del sendero que conduce al glaciar, lugar donde dejamos los vehículos y nos dispusimos a descansar en un refugio existente en el lugar.  Compartimos las tareas comunes de hacer fuego en la estufa a combustión lenta, el acopio de agua y preparación de la cena.
Tras cenar, nuestro amigo Patagónico Rody comienza la ceremonia patagónica del mate y el vino tinto en bota. Rody, no tarda en incorporarse socialmente al grupo, manifiesta mucha iniciativa y motivación propia de la gente de la Patagonia.   Entre conversación y chistes supimos que Rody años atrás había estado en el glaciar, dado su conocimiento previo del terreno, el sería el guía natural para la actividad, después de discrepar con el referente a cual sería el horario más apropiado para la salida se decidió salir al día siguiente a las 0630 de la mañana en demanda de las paredes de hielo que eran motivo de nuestro viaje.

Preparamos el equipo, entre lo que incluíamos tres cuerdas, estacas, tornillos al por mayor, raciones de marcha para un día de actividad, cosinilla y botiquín de emergencia, ropa y abrigo solo para escalar por el día.   Armamos las mochilas, luego uno a uno vamos entrando a los sacos de dormir.

La noche transcurre lentamente, no he logrado dormir casi nada entre ronquidos y pensamientos vacios.  Es extraño, nunca antes me había ocurrido.

Mi reloj suena al fin a las 0530 de la mañana.  No me siento cansado a pesar de no haber dormido, soy el primero en ponerme de pié y comenzar a calentar agua para el que sería nuestro desayuno.

A las 0630, aún en oscuridad, Rody apura el paso, nos encontramos todos en fila sobre el sendero pendiente arriba pisando los primeros peldaños que conducen al mirador del Glaciar Exploradores.
25 minutos después, nos encontramos sobre las tablas humedecidas de balcón que testimonia a dicho mirador y que nos regalaba una increible vista panorámica de lo que era el glaciar y sus alrededores.  Desde aquí Hugo, nuestro otro amigo Patagónico, bombero por vocación, que se hacía acompañar por su hijo Matías, tras unos momentos de meditación, que para el creo que fueron más largos que para mi, decide no continuar con la aproximación al glaciar y esperarnos hasta nuestro retorno.  Sin mediar con el discusión y respetando su desición, nos despedimos de el uno a uno, sin más que un "nos vemos a la vuelta amigo", con algo de lata en nuestras expresiones.

Comenzamos el descenso por un empinado sendero hacia el valle que conduce a la enorme morrena frontal del glaciar. En nuestro desplazamiento caen algunas rocas pendiente abajo con fuerza.  Al ver lo empinado de la pendiente José Luis me indica con un gesto ufff!, a lo cual sentencio inocentemente : "a la vuelta te quiero ver".   Sin saber mis palabras fueron el preámbulo de o que se vendría...



Pircas que fuimos instalando en la ruta de aproximación

Luego de superar esta pendiente de bajada, ingresamos a un pequeño bosquesillo pantanoso y rocoso, cruzamos una laguna y nos montamos sobre la morrena frontal del glaciar.   Caminamos por esta sinuosa y rocosa morrena.
Debido a que el grupo no contaba con GPS, el llamado era a la precaución sobre esta parte donde el glaciar encadenaba con el sendero de salida propiamente tal, decidimos ir instalando pircas sucesivas a nuestro andar, teniéndo la precaución de que hubiera contacto visual entre ellas.  Mientras atravesábamos la morrena del glaciar no podíamos entrever el camino hacia la parte limpia de la zona de ablación, que sería en teoría el escenario de nuestros juegos.


Tránsito sobre la morrena frontal del glaciar
 
Caminamos por un lapso de una hora y media para superar la morrena, hasta llegar finalmente a la zona del hielo, donde se apreciaba completamente el recorrido del glaciar hasta perderse en un cambio de dirección y pendiente por kilómetros.  Más adelante hacemos una pausa para comer, hidratarnos y equiparnos.

Se definen las cordadas, Michael iría con Carlos, debido a que este último era el más inexperto del grupo, yo iría con el Puertomontino Francisco del club Eskalapatagonia y Rody.   José Luis iría con Felipe.

Junto a mi cordada fijamos a modo de dogma que ingresaríamos al glaciar hasta que nos dieran las 11 am.  como horario tope en la búsqueda de alguna pared idónea para nuestras pretenciones y escalaríamos hasta las 1400, para salir con luz del glaciar, pues como era invierno oscurecía a las 1830 de la tarde.    Una a una las cordadas nos internábamos en el glaciar.



Ingresando al glaciar

El glaciar es amigable al comienzo, pero a medida que nos internábamos las grietas se juntan más y más, empinándose y asemejando un mar de olas picadas por el viento mientras nosotros asomábamos como unos leves barquichuelos que navegan débilmente sobre ellas.   Al superar la agreste y expuesta zona, en un lugar donde el glaciar se torna más llano decidimos supender nuestra caminata debido a que nos encontrábamos en la hora tope.



A medio recorrido en el glaciar


A cierta distancia diviso un par de grietas que parecen ser buenas, les aviso mis compañeros y nos dirigimos a verlas.  Una vez en el lugar, las inspeccionamos visulamente y detectamos adicionalmente un agujero de unos diez metros, que era apropiado para escalar.  Como estábamos en la hora tope, decidimos utilizar el sector para escalar.  Las otras dos cordadas se integraron a continuación.  Instalaríamos tres reuniones con el objeto de escalar simultáneamente y aprovechar el tiempo.


Escalando en el glaciar
Armo un anclaje y me ofrezco para asegurar a mis compañeros...
Estamos en la hora tope de retorno. Habíamos escalado bastante, estábamos satisfechos y maravillados con el lugar. Recuerdo haber escalado todas las vías y haber repetido una de ellas unas diez veces.  Fuimos eficientes y aprovechamos el tiempo.

Se aproximan las 1400 pm, consientes que ela hora top de término de la escalada comenzamos a guardar el equipo para retornar al refugio, muy satisfechos por la actividad que habíamos tenido.  Fuí el útimo en terminar de escalar y por lo tanto en guardar mi cuerda y parte del equipo que estábamos utilizando, bebo un largo sorbo de agua de un agujero de fusión y comenzamos a retirarnos en caravana, yo cerrando  la fila.

Todo transcurre bien, repentinamente nos encontramos cruzando nuevamente la zona de grietas expuestas, semejantes a un mar picado por el viento, siguiendo las huellas de mis compañeros comienzo a pasar muy cerca del filo de una de esas grietas cuando repentinamente...el tiempo se detiene y me encuentro cayendo desde el filo de la grieta pendiente abajo.  Inutilmente golpeo la pared del hielo con mi piolet para autodetenerme, mi piolet rebota en el hielo sin mayores resultados, haciendo esfumarse mis intentos por salir ileso de la caída, doy un grito para alertar a mis compañeros, a mi mente se agolpan un tumulto de recuerdos y luego, segundos después, mis pies serían los encargados de indicarme que tocaba el estrecho fondo de la grieta.   Es extraño, no siento dolor por la caida.   Miro mis piernas y tenía doblado completamente el tobillo derecho sobre mi tibia, siento pena, Oh Dios mío!, es un mal sueño?, no me puede estar pasando esto sobre un glaciar, vislumbro el escenario que se nos viene, y a mi en particular.   Miro la hora son las 1410 de la tarde, miro a mi alrededor, veo a mis compañeros aproximarse rápidamente, escucho el crujir del glaciar, exclamando que me ha atrapado.  Me tapo los ojos de la cara con mi mano derecha, sigo sin creerlo, siento pena.
Me repito debo ser valiente y sobreponerme.  En mis condiciones no podía caminar por el glaciar, para peor nos encontrábamos en una zona complicada con grietas muy estrechas entre si y con bastante pendiente por lo demás, lo que aumentaba el riesgo de colarse en ellas. Esto complicaba más aún la situación, haciéndola más riesgosa.   Ver las grietas nos recordaba que podiamos pagarlo caro si cometíamos un error.  Michael y José Luis son los primeros en llegar, José Luis me ofrece un analgésico para el dolor.

Michael toma el control

Tenemos que salir pronto de aquí le dije, indefenso, temiendo que nos encontrara la noche en medio del laberinto de grietas, lo cual complicaría más las posibilidades que teníamos en ese momento.  Michael, me mira sin decir nada, pienso que, también vislumbra lo que se viene.   En un glaciar de la Patagonia, sin posibilidades de un rescate aéreo a corto plazo y a más de 270 kilómetros del hospital de Coyhaique.  Sin lugar a dudas había que ser efectivos, cuidadosos en extremo y muy eficientes.

Pone mi tobillo en su lugar e inmoviliza la pierna usando para ello, el kit de inmovilización del respaldo de mi mochila de alpinismo y parte de mi equipo.
Resdistribuye el resto de mi equipo en los demás y asigna las tareas.   Felipe y otros irían abriendo la ruta tallando peldaños, para disminuir el riesgo de caidas en el traslado.  Debido a lo estrecho y empinado del camino y riesgo que representaba caer en una de las grietas que nos amenazaban cual campo minado, comprendí que no había posibilidad de improvisar una camilla u otro sistema de transporte más eficaz y seguro que pusiera en riesgo a más de una persona efectuando el traslado, habría que priorizar la seguridad antes que la rapidez en esta zona complicada.

Rody y Francisco, sin incluirme, los más veteranos al momento del grupo y probablemente dentro de los más fuertes físicamente al momento, se ofrecen en forma voluntaria valientemente para cargarme.   Improvizan un sistema de traslado en forma de mochila con mi cuerda (cocalet). Me cargan a la espalda de Francisco y en ese momento puedo ver el largo mar blanco, turbulento y agrietado que nos separa de la seguridad relativa.- Oh Dios mío!, siento que me dan una bofetada en la cara, no lo podía creer.

Comienza el traslado.  Se que esto puede ser el preámbulo de algo peor que el destino puede tener preparado, trato de no pensar en aquello, tomo conciencia de los riesgos y con resignación acepto la situación y sus posibles consecuencias, pues no tenga otra alternativa.
Debo tener confianza en que todo saldrá bien, no tengo otra opción, aprieto los dientes, siento miedo, me repito que tengo que ser valiente y sereno, no puedo infundir debilidad a mis compañeros, sino confiar en su buen criterio a la hora de evaluar y actuar, apotando lo que más pueda con serenidad e ideas para mejorar la situación en que nos encotrábamos.

Lenta y cuidadosamente transcurre el traslado, paso tras paso por los bordes y pendientes de las grietas. Se suceden en turnos para cargarme Rody y Francisco, asegurados por Michael, apoyando los crampones sobre los peldaños tallados en el hielo por Felipe.  Nadie habla, silencio absoluto, lo cual denota preocupación.
Finalmente logramos superar la primera barrera, la zona más expuesta del glaciar. Comienza a volvernos de a poco el alma al cuerpo. Pero aún no hemos salido del campo de grietas.  Rody y Francisco muy cansados son relevados en sus funciones por Felipe y José Luis, sin mediar pausas en el traslado.
Parar, sentarme en el hielo y a la espalda de mis compañeros, una y otra vez, para ellos cual petate cargado de ferretería de escalada.

Aprieto los dientes para contener el dolor, finalmente salimos del campo de grietas y llegamos a la morrena frontal del glaciar, miro hacia atrás y veo cuanto hemos avanzado, veo la hora, las 1800 pm, nos queda media hora de luz.


Saliendo a la morrena del glaciar
En beneficio de la rapidez mis compañeros improvisan una silla con bastones para mi traslado. Tras un par de cientos de metros sobre la rocosa morrena, decidimos que no es un sistema eficiente para ser utilizado en este tipo de terreno, además es muy cansador para los porteadores.

Es cuando con mi cuerda Michael y Francisco, ayudado por los demás del grupo improvizan una camilla.  Es el momento de abrigarse un poco más, comienza a sentirse frío, no siento hambre, mi mente está enfocada en salir del glaciar.
Comienza el traslado en camilla improvisada por cuerdas, todos cooperan para agilizar el traslado, cae la noche y con ello perdemos de vista nuestra vía de escape rápido del glaciar, las pircas.  Se forman grupos para encontrarlas, pero debido al corto alcance de nuestras linternas frontales y la separación entre pirca y pirca se hace muy difícil detectarlas.
Una a una, lenta y pausadamente vamos encontrando las pircas, tras mucho trabajo e incertidumbre, cada pirca encontrada nos regala alegría fugaz.  Debemos encontrar la siguiente.

El frío y el cansancio nos empieza a pasar la cuenta, el terreno pedregoso de la morrena del glaciar hace lento nuestro avance y las distancia recorridas en cada aliento cada vez son más cortas.  

Es medianoche.    La fatiga y el frío comienza a hacer presa de algunos compañeros, no se ven más pircas, no sabemos la salida, la noche es negra y oscura, no se ve la luna ni las estrellas. No tenemos más referencias donde ir.
Siento miedo nuevamente, José Luis se acerca a mi, veo en su rostro preocupación.
Transcurren unos largos y lentos  minutos de incertidumbre, con cuotas de desesperación que desorientan más a todos.
Pienso que en estos momentos es donde debe haber un buen liderazgo, no podemos caer en la pasividad y el descontrol.
En un intento por superar este límite desconocido se forman grupos que una y otra vez inspeccionan la morrena en busca de una salida del glaciar, alertando una y otra vez de enormes paredes y grietas que flanquean nuestros intentos de evacuar el lugar, estamos atrapados pensé.
Me siento indefenso y por primera vez solo, como si Dios se hubiera ido.
- No me dejen solo acá, susurre al oido de José Luis.  Me abrazó amistosamente, respondiéndome , ni locos!.
- Dios mío no nos abandones, susurre hacia mi interior.  En un intento más bien espiritual de supervivencia...miro a mi alrededor inútilmente, tratando de buscar respuestas que no puedo obtener, mi cuerpo es una prisión, estoy a merced de la autoridad del glaciar.
Repentinamente sobre el negro horizonte se asoma una luz semejante a una estrella.  Debe ser Hugo (pensé) intuyendo que no podíamos salir del glaciar, indicándonos con su linterna frontal, cual faro el camino a seguir, devolviéndolos la esperanza. Michael solicita a gritos a Hugo, personificado por la luz, que se devuelva al campamamento en búsqueda de agua caliente, un saco de dormir y una camilla que habíamos visto en el refugio. Más tarde me enteraría que la luz providencial fué colocada ahí por iniciativa de  Matías, el más pequeño del grupo (Hijo de Hugo).
Acto seguido Michael se incorpora al grupo donde me encontraba junto a José Luis y Francisco.
- El camino a seguir es enfilarse hacia la luz.

Comienza a llover. La larga y fatigosa exposición al medio comienza a pasarme la cuenta, siento mucho frío, me siento mareado, como borracho.  Mi corazón late aceleradamente, siento su latir sobre mi pecho, estoy completamente mojado, tiemblo de pies a cabeza.
- No te duermas Luis!, me replican mis compañeros una y otra vez, sacudiendo mi cuerpo.
Debo luchar, no quiero quedarme acá, a mi mente vienen recuerdos de mis hijos, veo le rostro de Carolina que me espera en casa, sin saber lo que acontece sobre el glaciar, saco fuerzas de ellos, tengo que volver, no puedo entrar en pasividad ahora. Recuerdo que tengo un polar seco en mi mochila y una bolza plástica que la uso para proteger el equipo del agua en el interior de mi mochila, le indico aquello a uno de mis compañeros.  Rápidamente coloco el polar directamente sobre mi piel, cual primera capa y cubrimos mis piernas con la bolsa plástica, unos a otros mis compañeros se alternan abrazándome para darme calor corporal y así subir mi temperatura. Me comienzo a sentir mejor.

Gracias a la ayuda de Hugo y su linterna frontal, ahora sabiendo adonde ir, no tardamos tanto en encontrar una salida factible de la morrena del glaciar. 

Son alrededor de las tres de la mañana, tras luchar mucho en el avance por el glaciar sobre la rocosa morrena y sus empinadas pendientes que ralentizaban mucho nuestro andar, finalmente intuimos una salida por un riachuelo que como era lógico debía a un punto conocido previamente, que era la laguna.   No nos equivocamos.
Cuando nos encontrábamos bordeando la laguna, llega Hugo con lo solicitado por Michael, agua caliente, un saco y una media camilla de madera.

Comenzamos a enfrentar la parte del bosque y la pendiente final que nos separaba del mirador.  Eran en total unos 1000 metros de zonas pantanozas, rocas húmedas y resbalozas y caidas expuestas, lo que nos separaba aun del mirador del glaciar.

Recuerdo las palabras dichas por José Luis, cuando ayer veníamos bajando por acá mismo : "a la vuelta te quiero ver", como adivinando el esfuerzo emocional y físico que nos demandaría superar esta zona de regreso.

Mis intentos de abstraerme del riesgo que representaba esta zona, unay otra vez son interrumpidos por pausas y los camillasos sobre el agreste terreno, recordándome que aún no era libre, lágrimas de dolor corren por mis mejillas.  Me cubro el rostro.

Escucho a uno de mis compañeros patagónicos decir que habían alrededor de - 15°C, el aliento era evidente al salir de nuestras bocas.   Hugo llega a mi encuentro con un saco solicitado por Michael momentos antes a gritos.

El ascenso por la pendiente con la camilla de fortuna fue como se veía venir, muy agotador, interminable y expuesto.  Terminó consumiendo las pocas energías restantes de mis compañeros poniendo a prueba una vez más sus espíritus.  Luchaban ferozmente con la camilla sin mediar descanzo.
Finalmente tras mucho batallar con el traslado en esta zona, llegamos a la parte superior de la pendiente, donde se encuentra el mirador del Glaciar Exploradores.
Gritos de alegría y abrazos entre los forzados rescatistas resuenan en el aire.  Una gran emoción recorre mis venas.  Recuerdo comentar a Rody, en su condición de rescatista en Conaf, no haber experimentado rescate semejante.
Las escasas fuerzas restantes de mis compañeros les impiden seguir porteando la camilla.
Entonces Hugo y Rody se alternan para cargarme al hombre hasta el refugio, dándome ánimo.  
Llegamos a nuestro punto de partida, son las exactamente las 0630 de la mañaña, la misma hora en que salimos el día anterior.
Mis compañeros se abrazan y felicitan, estamos todos muy emocionados.  Hemos pasado la última barrera interminable de esta pesadilla.

Hugo me sube a su vehículo, comienza a nevar copiosamente, sobre la Carretera Austral.  Llegamos al Hospital de Coyhaique a las 1530 pm.  Dónde tras los exámenes me confirmarian que mi fractura era en el peroné.   El médico y los paramédicos aplaudieron los procedimientos empleados por mis compañeros.



Muchas historias se han escrito en la Patagonia.  Esta es una historia de compañerismo y espíritu de cuerpo de un grupo de escaladores, algunos de los cuales se conocieron en esta tierra y se vieron enfrentados a uno de los mayores desafíos que les podía plantear el medio en que se integraron a escalar. Una evacuación autónoma y sin apoyo de medios de rescate de un compañero accidentado   en un glaciar y  en forma exitosa. 
Sus desafíos,  lograr la evacuación aún a cuenta de su propia seguridad, si mermar descanso  por un complicado y traicionero terreno de montaña, luchando con el cansancio, el frío, el hambre y sus  propios límites.

José Luis Dragón y  Luis Pavez (fondo) en el Glaciar Exploradores

Dedicado a :

Matías Espinoza
Hugo Espinoza
Pancho Aventura
Rody Alvarez
Felipe Vera
Carlos Unanue
José Luis Dragón
Michael Sanchez




LUIS PAVEZ






miércoles, 31 de agosto de 2011

Diario de una expedición en Kayak. 32 días en canales Patagónicos.


Como marino y farero  había navegado realizado mantenimiento a la señalización marítima y cumplido largos periodos de aislamiento en faros emplazados en canales de la Patagonia por  más de una década, esto me hacía pensar que  no tendría mucho por experimentar en estas latitudes, pero la verdad es que  como seres humanos somos pequeños y  nuestra perspectiva va creciendo con nuevas experiencias, uno nunca deja de aprender, crecer  y maravillarse por lo que puede experimentar  en la Patagonia y sus inhóspitos y gélidos canales. 

Esta expedición de 32 días en los canales Patagónicos con NOLS,  junto a compañeros americanos, todos con edades que oscilaban entre 18 y 23 años se realizó entre los meses de septiembre y noviembre del año 2010.
Como punto de  inicio tuvimos  la localidad austral de Puerto Aguirre y finalizamos en Rio  Exploradores ambas en la región de Aysén y en cuyo recorrido sumamos  unas 270 millas náuticas navegadas, algo más de 500 kms terrestres.


La toma de desiciones.
Los kayaks utilizados fueron singles y dobles marca Feathercraft, dedicamos mucho tiempo al estudio de las mareas, las técnicas de navegación, liderazgo y mínimo impacto, estudio de la flora y fauna en los canales de la Patagonia.

Para esta expedición educativa estuvimos más de treinta días incomunicados totalmente del mundo exterior en los canales de Aysén y sin tener más contacto con la civilización y la sociedad que el encuentro casual que tuvimos en una salmonera con  unos trabajadores durante la travesia por  un canal y que alegremente nos contaron como primicia, que habían sido rescatado los 33 mineros de la Mina San José en Atacama. Lo cual nos puso muy contentos.

Este es un relato personal de  expedición, me baso en las memorias del diario que sostuve durante el viaje, sin hacer mucho incapié en los detalles técnicos del mismo, sino más bien enfocado en relación   del expedicionario y lo escrito en su diario , muchas veces subjetivo.

Puerto Aguirre, nuestro punto de partida.



Isla Melinea, 10 de octubre de 2010.
"Mañana se cumple una semana, desde que salimos de Puerto Aguirre. Nos encontramos en una Isla al medio del canal Moraleda llamada Isla Melinea, durante la mañana salimos a explorarla en busca de árboles nativos para estudiarlos,  las jornadas remando han sido largísimas y he tenido muy poco tiempo para dedicarme a escribir"

Break en una playa

Isla Riveros, canal Pulluche, 15 de octubre.
"Hoy hemos tenido una jornada largísima en los kayaks, pero remamos con corriente a favor lo cual nos ha favorecido en el andar, nos levantamos a las  0600 de la mañana, a las 0800 estamos en el agua con los kayaks listos a iniciar una nueva jornada, hemos tenido días lluviosos y de buen clima, en general hemos andado bien".

Campamento en un islote sin nombre en los fiordos

Isla Guerrero, canal Pulluche, 17 de octubre.
"Son las 1916 de la tarde y recién me tomo un respiro, hemos tenido un día de mucho trabajo con los kayaks y el campamento, me encuentro acampando en la cima de esta  isla solitaria,  tengo una vista espectacular del canal Pulluche"

Cargando los kayaks (trabajo en equipo).


Isla Guerrero, canal Pulluche, 19 de octubre.
"LLevamos dos días en esta isla con mal clima, la lluvia y el viento no cesan de día y de noche, no hemos podido mover los kayaks ya que el clima no lo permite".
"Me preocupa y molesta a cierto punto ver mi equipo y ropa  mojada, se extraña un poco de sol que cambie la vida, algunos de mis compañeros parecieran disfrutar de la lluvia, para mi es un cuento repetido en los canales del sur. Intento entretenerme al interior de mi carpa compartiendo historias de los faros con mis compañeros de expedición y tomando algunos mates. La moral del grupo y el espíritu de trabajo  no está mal, se ven algunos rostros desgastados. Los planes son movernos mañana temprano a las 0830 de la mañana, veremos que nos dice la señora Patagonia al respecto".

Línea de alta marea bordeando el campamento


Isla Prieto, canal Abandonados, 20 de octubre.
"Acampamos en la Isla Prieto, el clima parece estar mejorando"

Isla Goñi, canal Ultima Esperanza, 23 de octubre.
"Navegamos en los kayaks durante ocho horas para llegar a esta Isla. Ha estado llovisnando durante todo el día, terminamos muy cansados como de costumbre, sólo pensamos en aprevochar el tiempo para descanzar"

Al fondo (montaña blanca)  el San Valentín.

Península de Taitao, 25 de octubre.
"Ha sido un largo día, me duele hasta la última fibra de mi cuerpo producto del desgaste físico, estoy sentado sobre una pequeña loma en un islote muy cerca del campamento observando el monte San Valentín, la montaña más alta de los campo de hielo Patagónicos, mientras la observo no dejo de pensar en mi hija y Carolina, no he sabido nada de ellos desde que salimos, mañana nos hemos propuesto remar 22 millas".

Península de Taitao, 31 de octubre.
"Hoy hemos podido avanzar muy poco por el mal clima, sólo hemos avanzado 2 millas. Ha llovido tres días sin parar, mañana saldremos a las 0700 de la mañana".

Navegando el Río Exploradores.

Río Exploradores, 2 de noviembre".
"Hoy llegamos a un lugar muy bello y de facil acceso, siento que me daré un gran respiro".

Bahía Exploradores, 3 de noviembre.
" Hoy es el cumpleaños de mi hija, cumple su primer año de vida, me pregunto que estará haciendo, mañana termina la expedición, no he tenido contacto alguno con mi familia por más de un mes, pagaría lo que fuera por una llamada teléfonica".


En las cercanías del Valle Exploradores.

Río Tranquilo, 5 de noviembre.
"Hoy finalizó la expedición, luego de cruzar un bello río en lancha, esperamos el bus que nos llevó a río Tranquilo. En el camping de este pueblo a orillas del lago General Carrera, todos estamos contentos, acampamos, comimos carne y frutas con ancias."


Represa  construida por los Chonos para la pesca (descubierta por la expedición).

La flexibilidad de la canoa, utilizada como medio de transporte por los primeros habitantes de los canales Patagónicos para desplazarse sobre las gélidas aguas, fue un elemento fundamental para la supervivencia humana en esta zona remota del planeta con un clima tan inclemente pero llena de recursos, al servirles de apoyo en la obtención de los productos marinos que eran parte de su base alimenticia y un medio eficaz para emigrar a lugares con mejores condiciones y recursos para la vida. 

Al término de esta expedición de 32 días de navegación en kayak  en la Patagonia escribo para cerrar mi diario: 

"En los canales de la Patagonia para vivir primero se debe  aprender a sobrevivir enfrentándote a diario con los elementos ambientales que te obligan a trabajar duro para obtener algo de comodidad y posteriormente ante tus debilidades y necesidades que te arrastran al inicio y te impiden progresar. Creo que ese es el mayor desafio".


LUIS PAVEZ

lunes, 29 de agosto de 2011

Primera vía chilena de escalada en Valle de Cochamó, año 2007.



Vista del Valle de Cochamó
El Valle de Cochamó está ubicado al sur de Chile, al este de la ciudad de Puerto Montt, en los Andes Patagónicos.
En lo personal describir  el Valle de Cochamó realmente es muy dificil,  a mi mente se agolpan recuerdos de amistad, gratos momentos en el refugio disfrutando de la calidez,  del mate y la cerveza artesanal de Daniel y Silvina (su señora), enormes paredes de granito, selva, hambre, frío, lluvia, desafio, mucho trabajo, insertidumbre, satisfacción, alegría, esperas por tiempo para escalar, pero si tuviera que elegir solo un adjetivo para calificarlo, me quedo con la amistad y  los lazos imperdurables que logré con los amigos que escalé y compartí, los gratos recuerdos que vivimos y disfrutamos  en las paredes del valle, los que me acompañarán por toda la vida.

Para describir el Valle, que mejor que citar la descripción que hace Daniel Seeliger, uno de los pioneros de la escalada en el Valle de Cochamó :
"Paredes de mil metros bordean el valle del río Cochamó. Las paredes del Valle de Cochamó tienen un potencial de rutas más allá de lo imaginable. El área ya se ha convertido en un destino de escalada de clase mundial, con primeros ascensos de escaladores de casi todos los continentes. Para los amantes de las rutas largas, rutas deportivas, boulder, establecer nuevos ascensos, sólo estar en un hermoso lugar, Valle de Cochamó es uno de los favoritos de Sudamérica".
En verano del año 2007, Michael Sánchez y yo, nos acercanos por segunda temporada al valle de Cochamó a escalar, pero está vez con una idea fija en nuestras mentes abrir una nueva ruta de escalada en la zona de la Pared del Escudo, que adicionalmente podía ser la primera ruta chilena en el valle. A esa altura a pesar de nuestra corta experiencia en escalada de grandes paredes, con Michael teniamos a nuestro favor conocernos muy bien en la escalada.  Desde prácticamente nuestros inicios en este deporte en Puerto Montt,  habíamos sido compañeros de cordada y esta era nuestra segunda temporada en Cochamó. Había que soñar y crecer, este podía ser  un gran salto como escaladores. A continuación paso a relatar como fue la historia de la primera ruta chilena de escalada en el Valle de Cochamó

Apertura de "Pulso"  ( IV, 5.10c, 11p, 700 mts.).

Día 1.

Llegamos al refugio del Valle de Cochamó y nos instalamos en el sector del camping. A la mañana siguiente seleccionamos el equipo y la comida que llevaríamos a la pared y salimos.
Fieles a nuestro estilo de ir siempre ligeros, obviamente no llevamos carpa, gas y comida sólo para un  par de días y el siguiente equipo de escalada : Un martillo y mandril manual para equipar, con sus correspondientes bolts y chapas, dos cuerdas de 60 mts, un rack completo de friends de unas 18 piezas, un juego de stoppers, cintas y finalmente cordines para rapelar por nudos (un estilo que aprendió mi amigo, de manos de un alemán, que prácticamos y  confieso que en la pared con 400 metros de aire bajo mis pies, me dio más de un susto).

Al fondo, la pared El Escudo.

Cruzamos el río y nos enfrentamos a nuestro primer y no menor desafío el cual significaba llegar a la base de la pared atravesando la impenetrable y espesa selva valdiviana que teniamos en frente. Donde como dato no funcionan los GPS y la brújula pasa a ser un amuleto que te podría traer buena suerte, ya que las referencias son muy escasas y a veces nulas. Tras luchar mucho con el bosque, nuestra alegría fue grande al toparnos con un río el cual decidimos seguir pendiente arriba y que finalmente nos condujo a la base de la pared, cuando daba casi el ocaso. Junto a Michael seleccionamos el que sería nuestro vivac de cinco estrellas para aquella oportunidad. Encontramos algo nada mal, dadas las circunstancias, una cueva seca, con  buen espacio, blando, protegida del viento, con vista a las paredes del valle y relativamente cercano a la pared del Escudo. Ese día nos dorminos con la esperanza de escalar al día siguiente.
Como anécdota personal de este trayecto recuerdo haber salido con unos pantalones de trekking, de una marca reconocida, pero que no viene al caso nombrar y haber llegado con un par de shorts de náufrago destruidos a la pared producto de el roce con ramas. Los cuales todavía conservo.

Capeando mal tiempo en el vivac de emergencia
Día 2.

Me despierto en medio de la noche con un sueño perturvador y el ruido incesante del viento, la lluvia y algo como un río que se siente muy  cerca a nosotros. Tomo mi linterna frontal y la sorpresa fue enorme al ver que aquel río que escuchaba estaba pasando justo sobre nosotros y que nos encontrábamos sumergidos hasta el cuello con agua y nuestro equipo estaba flotando  al interior de la cueva. Eran como las tres de la mañana. Despierto a Michael y salimos de la cueva sacando nuestras cosas del interior. Afuera llovía a cántaros completamente mojados nos ponemos en movimiento para encontrar un nuevo refugio, encontramos una claustrofóbica cueva cercana que estaba seca y decidimos capear en ella el temporal. Fue como dormir en una cama de clavos, debido a las rocas de todos los tamaños que habían en ella y sin posibilidad de moverte.
Apenas amanecio se detuvo la lluvia, salimos de la cueva, comimos algo, hicimos un fuego para secar nuestra ropa. El equipo y parte de la comida que estaban completamente mojadas. Para peor, Cochamó nos envío una nevazon y mojados, con temperaturas bajo cero, uff, ese día lo pasamos mal.!!
Al ver la pared del Escudo nevada mi decepción fue mayor, mis iluciones de escalarla se empiezan a esfumar, considerando además que parte de nuestra comida estaba mojada por el agua e incomestible. Lo cual no nos permitiría esperar a los pies de la pared mas que un día o dos por buen clima para escalar.

 Lo bueno fue que encontramos una cueva nueva bastante mejor que las dos anteriores y completamente seca.

En el nuevo vivac, lo llámanos "Vivac Chileno".
Día 3.

Me despierto por la mañana con un grito de alegría de Michael al cual me sume al ver que gritaba por que estaba completamente despejado. Sin pensarlo ni hablar nos lanzamos rápidamente sobre nuestras mochilas y empezamos a apartar el material que llevaríamos para escalar. Lo mínimo necesario, en comida no fue tan dificil elegir, de lo que nos había dejado la lluvia decidimos ir con un paquete de galletas para los dos y  como un litro de agua cada uno.

Tercera sección, abajo se aprecia el inicio de la vía

Eran las ocho de la mañana y  estabamos al pie del primer largo de la vía, montados sobre una gran placa que se sorteaba en tres largos cuyas reuniones se encontraban equipadas. No fue complicado superarlos, el crux de estos no sobrepasaba el 5.10a. Al final del tercer largo, estamos a los pies de una  sección de unos 400 metros de  desnivel, técnicamente no complicada, pero expuesta, que decidimos escalarla por nuestra cuenta desencordados  en beneficio del tiempo. Finalmente llegamos a la base de la  pared de la tercera sección y final de la ruta, donde debiamos partir abriendo la vía.


Con mandril manual equipando una reunión al término del offwidht

Una vez montados en la tercera sección, escalamos sin mayores contratiempos disfrutando de la escalada y el buen clima que nos acompaña. Uno tras otro se suceden los largos con fluidez y equipando lo mínimo necesario en beneficio de un estilo limpio y rápido. Todo bien hasta llegar a un puto offwidht de unos 30 metros,  que no admite  protección y que nos demandó mucha concentación y tiempo a nuestro favor en superarlo.


Mike abriendo vía.

Son más de las tres de la tarde y el sol me castiga con fuerza, no me queda agua, siento el viento que provoca el aleteo de un cóndor sobre  mi espalda. Bebo un sorbo de agua de una pequeña poza sucia en la pared, no me importa. No hemos parado de escalar, presiento que nos queda poco.


Cumbre !!!
Las cuatro de la tarde y hemos llegado a la cumbre de la pared el Escudo. No lo puedo creer, lanzo un grito pared abajo, nos abrazamos y sonreimos, lo hemos logrado, es el día más feliz de mi vida  como escalador. El paisaje es sobrecogedor. Al fin una ruta de chilenos en el Valle de Cochamó.


Vista desde la cumbre de la pared El Escudo.

El descenso :

Luego de descanzar y comer algo en la cumbre, decidimos iniciar el descenso por la línea de la ruta "Icaro y la Luna", haciendo rapeles en  travesía para alcanzar las reuniones montadas por cordines empotrados con nudos en pequeñas fisuras.

Nos encuentra la noche en medio de la pared y aún nos quedan unos seis largos por rapelar. Sólo tenemos una linterna frontal, hemos perdido la linea de descenso. Debemos hacer una nueva línea de descenso más a la izquierda de la línea de escalada con mas posibilidades de rapel  para no quedar entrampados en la placa. Tras unos tres rapeles que montamos con cintas en salientes rocosas, llegamos a una zona donde podemos caminar con relativa seguridad, no vemos prácticamente nada, el tener que jalar de las cuerdas en cada rapel nos desgasta cada vez más. Vemos en la base de la pared  la luz de la linterna frontal de Paulina que se pasea, probablemente preocupada por nuestra seguridad. Como un faro que nos guía con su luz podemos intuir por donde debemos descender para poder rapelar por la placa. Repentinamente Michael se topa con la linea de rapeles de la placa, uff!!. que bueno!!. Luego de los tres últimos rapeles alcanzamos la base de la pared a las 03:00 de la madrugada, tras 17 horas Non Stop.
No pienso en nada más que en descanzar he hidratarme, mis pasos hacia el vivac son débiles pero con buen espíritu. Saco cuentas de la escalada,  hoy dormiré con una sonrisa en el rostro por el esfuerzo que hemos hecho, he logrado abrir mi primera ruta de gran pared, junto a un gran amigo y nada menos que en el Valle de Cochamó.

Topo original de la ruta


En el refugio de Cochamó con el topo de "pulso" antes de entregarlo a Daniel. 
 
LUIS PAVEZ 


jueves, 25 de agosto de 2011

Primera ascensión al Monte Ferrier, Parque Torres del Paine, Patagonia, año 2001.

Vista del Monte Ferrier

Algo de historia :

El Monte Ferrier lleva como topónimo el recuerdo del primer colono del área sur del actual Parque Nacional Torres del Paine, Mr. Walter Ferrier (de nacionalidad inglesa), quién en 1896 se atrevió a localizar en dicho sector donde hoy día se encuentran la administración del parque sus actividades  ganaderas como forestales con la intención de desarrollar una economía pujante en la zona. Lejano y solitario en sus inicios, hoy día las ruinas de su casa-habitación es visitada por numerosos turistas de todo el orbe.

El Monte Ferrier pertenece al Grupo Mano del Diablo-Balmaceda del Hielo Patagónico Sur y está ubicado en el sector oeste del Parque Nacional Torres del Paine y en las inmediaciones periféricas del Campo de Hielo Sur. Tiene tres cumbres: la mayor posee 1.599 m. (cumbre Sur), la cumbre Noreste 1.499 m. y la Noroeste 1.451 m. 

Desde sus inicios permaneció inescalado y olvidado por los montañistas, opacado tal vez  por los retos que representan sus  increibles pares en el Parque Nacional Torres del Paine.  No se tiene conocimiento ni registro de expediciones hasta el año 1999 ( una expedición de un grupo de alumnos de la Universidad Católica ) y año 2000 ( expedición de la Universidad de Magallanes ), ambos intentos sin fructiferar.

No es hasta el verano del año 2001 que la cordada integrada por los chilenos Renato Méndez, Alfredo Soto y Luis Pavez., logran coronar la primera ascensión absoluta a la cumbre principal de 1.599 mts. 

Relato de la ascensión :

Salimos de la Guardería Grey temprano por la mañana, cargando todo lo necesario para una estadía de cinco días en una intentona al Monte Ferrier. En el equipo incluimos lo básico para la progresión y seguridad de la cordada para terreno nevado, considerando encontrar  algo de hielo y tal vez mixto. Nuestra ruta seleccionada sería la lógica, por el filo cumbrero, libre de las avalanchas, donde esperábamos encontrar pendientes no mayores a 50 °.

Campamento base.

Situamos nuestro campamento base a la salida del bosque de lengas. Durante aquella noche de campamento  hubo tormenta con mucho viento, creo que ninguno de los tres durmió bien ni descanzó  como se debe producto de los rayos y avalanchas que se hacian notar con personalidad y a los constantes azotes de la carpa sobre nuestras caras que se doblaba y a ratos parecía querer rendirse ante tan semejante viento.

Ferrier desde el Plateau
Por la mañana el clima mejora, pero por las nubes que se aproximaban desde el norte a gran velocidad nos dimos cuenta que no tendríamos mucho tiempo para realizar la ascensión, es por eso es que decidimos salir con solo lo necesario para unas ascensión en estilo alpino, ya que el clima no estaría de nuestra parte.
Cruzamos el gran Plateau del Ferrier sin mayores inconvenientes hasta tomar el filo cumbrero, lugar donde nos comenzó a  golpear el viento muy fuerte y con voraces ráfagas que nos obligaban a desacelerar nuestro ritmo y detenernos a cada momento, la nieve levantada por el viento nos daba constantemente en nuestros rostros, dificultando nuestra visibilidad del terreno, al punto de planternos desistir de nuestro intento, ya que el ambiente se tornaba inseguro y el clima amenazaba con empeorar más. Despúes de sortear unos cuantos paredones de nieve entre 45°a 50° y de 150 a 200 mts de extensión, deteniéndonos cada vez que el viento nos obligaba a autoasegurarnos a la pendiente alcanzamos finalmente la cumbre del Monte Ferrier.

Creo que cuando alcanzamos la cumbre eran como las 12 del día.  Increíblemente en aquella no soplaba ni una ráfaga de viento, viento calma, sin embargo se oía como azotaba las paredes de la montaña más abajo. Las nubes daban al cielo un aspecto sombrío y pasaban rápidamente sobre nuestras cabezas. Estuvimos contemplando la gran vista panorámica que ofrece esta cumbre solo por cinco minutos y decidimos bajar.
En el descenso se cierra el clima y comienza a nevar,  retirándonos rápidamente nos concentramos en no cometer errores y en oir las avalanchas que se sucedían una tras otra a nuestros flancos. Llegamos al campamanento base, con la misión cumplida, sanos y salvos a las 7 de la tarde, de ahí a comer y a la carpa a descanzar, hechar el pelo, reirnos y soñar con una pizza.

Vista desde la cumbre del Ferrier.
Cualquier expedición en la Patagonia es algo para tomárselo en serio, dadas las características impredecibles y variables del clima.  Invierno marcado por las bajas temperaturas y las nevadas, el fuerte viento tan característico del verano. No es extraño que aún en verano persistan las nevazones, transformando el contexto  que uno esperaría encontrar en la montaña.

El Ferrier tiene eso de aventura e incertidumbre de los cerros Patagónicos. El espeso bosque de lengas, ñirres y coigües que cobijan sus faldeos, hace aún más interesante la aproximación al campamento base, teniendo el escalador o montañista que abrirse paso sin más referencias que la de su sexto sentido y apoyándose de su brújula y mapa. 



LUIS PAVEZ


viernes, 19 de agosto de 2011

El faro más inhóspito del mundo, Evangelistas en Patagonia.


El Faro Islotes Evangelistas, apodado por los fareros como " La Roca ", está ubicado en la boca occidental del Estrecho de Magallanes (boca del estrecho que da al Océano Pacífico) en medio del océano y a dos días de navegación desde Punta Arenas, Chile.
Fue inaugurado el año 1896, tras años empleados en su construcción, la que fue catalogada como toda una osadía y hazaña para la época,  también lo sería para la actualidad, aún considerando los medios con que se disponen hoy, debido a las dificultades climáticas, de logística y aislamiento que presenta el lugar.


 Supongo que cuando tenía 20 años, siendo soltero, sin hijos, ni nadie que llorara por mi excepto mi mamá, estando distante a más de 1500 kms,  la carga psicológica de permanecer aislado por cinco meses como farero en la roca, en términos de aislamiento en faros al sur del mundo, no fue gran cosa, ni lo será.  Pero si a esto además agrego historias antiguas que he oido de fareros que permanecieron sin salir del faro Evangelistas por un periodo de hasta  dos años, cinco meses de completo aislamiento realmente no importan.


Hay muchas historias que se cuentan del Faro Evangelistas. Tormentas fabulosas al estilo del cine, cómicas anécdotas, accidentes, fantasmas deambulando, vivencias extremas, largas esperas. Las dificultades que plantea una evacuación realmente pueden ser un problema dependiendo del contexto de esta. Cito la espera que se produjo en la mítica caleta 40 días. Lugar bautizado así tras 40 días de espera de un buque  por buen clima  para dar inicio a los relevos de personal. Al relevo los fareros solo contaban con víveres para susistir un par de días más.
Recuerdo ver venir y volver por donde mismo al buque y tener que esperar casí un mes más por mi relevo. Tuvimos que ajustarnos en las raciones y comer una que otra alga, para variar un poco el rancho,  pero nada serio.


Lo del clima  es cierto, sólo hay ventanas de buen clima, llueve prácticamente todo el año, no existen las estaciones, éstas apenas se distinguen, es como vivir siempre en medio del invierno. Llueve  en forma horizantal, las olas superan facilmente los 12 metros y suelen elevarse más aún,  al chocar con las paredes rocosas del islote,  bañando de agua salada el faro asentado en la parte más alta, a casi  60 metros de altura sobre el nivel del mar, haciendo del agua de lluvia recolectada en el techo del faro para bebida, intomable. El viento suele en tormentas sobrepasar los 120 nudos (más de 200 kms x hora) y acaricia el islote normalmente con 30 a 35 nudos de intensidad. Dadas tales condiciones la roca se mantiene desnuda, con apenas  tímidos musgos que se asoman.
Recuerdo haber estado más de quince días sin poder salir del faro debido a los fuertes vientos que hacían inseguro exponerse al aire libre, dadas las enpinadas paredes de casi 60 metros que conducen directo al océano y que se asoman solo a metros del faro.
Recuerdo sentir hincharse mis venas tras los ensordecedores latigazos de los rayos de una tormenta  y su estela olor a azufre que cayeron sobre el pararayos del faro, dejándonos sin electricidad e incomunicados con el exterior por dos días.

Para mi la experiencia de permanecer aislado por cinco meses en  la Roca fue una de las experiencias más enriquecedoras y singulares  que he podido experimentar como marino y farero en la Patagonia.


                                           Reaprovisionamiento Faro Evangelistas

Luis Pavez