viernes, 26 de julio de 2024

Ascenso Torre Norte del Paine, mirada al Espartano y Aleta de Tiburón, Patagonia, febrero de 2016.

A finales de Enero de 2016 nos reunimos con mi amigo Daniel Tureo en Puerto Natales con el objetivo en mente de intentar la Torre Norte por la clásica ruta Monzino.

La primera vez que oí de esta ruta fue en un viaje a las Torres del Paine indangando información de un sendero de trekking, por esas cosas de la vida conocí en una hostal de Puerto Natales a un escalador chileno que venía bajándose de la Torre Norte, tras haber logrado la cumbre junto a un extranjero por la ruta Monzino, el cual amablemente me relato parte de lo que fue su experiencia en esta ruta y obviamente me dió los detalles de los senderos de trekking que buscaba. 

Fué así como muchos años después,  el 03 de febrero, junto a mi amigo Daniel salimos equipados hacia el campamento Japonés y posteriormente continuamos hacia el vivac a los pies de la Torre Norte para hacer un intento a esta ruta, aprovechando la buena ventana que teníamos.

Tras salir de madrugada del vivac a eso de las 0900 ya nos encontrábamos a pie de vía del primer largo, tras un cachipún con Daniel salí sorteado para abrir el primer largo y el plan era ir alternándose uno y uno.

Daniel en el vivac.


Junto a Daniel en uno de los largos.
                                             

Largo tras largo nos alternábamos con Daniel, de pronto llegamos a una reunión muy bien protegida y donde no se veía que venía a continución y me sorprendí al salir de la reunión liderando y perder de vista a Daniel para encontrarme con una pirámide que podría ser la cumbre.  
Luego de divagar como encararla por aquí o por allá, tras unos bellos pasos que nunca olvidaré llegué a la cumbre, mi alegría fue tal que lancé un grito que fue respondido por unos amigos que en ese momento escalaban la Torre Central.  
Le doy unos tirones de cuerda a Daniel y luego nos abrazamos en la cumbre.  Que bello paisaje desde acá, una bendición.

Cumbre !!! Atrás la Torre Central.
                                               

Cuando ascendía el Monte Ferrier junto a mi cordada de aquellos momentos,  recuerdo haber miradado las Torres del Paine y soñado con estar ahí algún día.  Era algo distante a años luz, pero con paciencia y perseverancia se pueden lograr los sueños.  Para mi fue doble sueño cumplido como Natalino.

Posteriormente a esta ascensión con Daniel y ya que andábamos con tiempo hicimos una aproximación al Spartano y esperamos tiempo para intentar el Aleta de Tiburón.  En el caso del Spartano evaluamos que estaba demasiado peligroso por la gran cantidad de material que caía constantemente de la pared por donde debíamos ascender.   Del Aleta de Tiburón no pudimos ni siquiera aproximarnos por los fuertes vientos y nevazones que se dejaron caer en el sector.   
Y sacando cuentas felices finalmente por la nueva experiencia que nos llevábamos de este viaje a la Patagonia.

Aproximación al Espartano.
                                                


Luis Pavez


martes, 9 de julio de 2024

Aguja Guillaumet, El Chaltén. Tremenda ventana de 4 días, febrero 2014.

 Hace años que no retomaba mi blog con notas de aventuras en Patagonia, fue mi hijo Alex quien me motivó a volver a escribir este diario con experiencias “Cuadernos Patagónicos”, han pasado 11 años desde mi última publicación. 

Bien, ha pasado mucha agua bajo el puente en este tiempo y trataré de ir escribiendo lo que más pueda, siguiendo los eventos cronológicamente desde el año 2013 en adelante.

El año 2014 fue de muchos cambios que transformaron mi vida, creo que esta ascensión fue parte de un hito para mi, en lo personal y deportivo.  

Nunca había escalado en El Chaltén, me sentía muy motivado con la idea de escalar alguna cumbre, poder estar en ese lugar tan mítico.  Con mucha antelación pude identificar una ventana buena y bastante estable de buen tiempo y es así como saque pasajes en avión desde Santiago de Chile, optando por tarifa económica cosa de poder estar un par de días antes del inicio de la ventana ya instalado en El Chaltén.  

Formé equipo con dos amigos y colegas de Inacap, de la carrera de turismo aventura, ellos eran Pancho y Eduardo. Los tres habíamos trabajado mucho juntos en salidas a terreno de montaña, kayak y escalada, además con Eduardo a modo de preparación para este desafío ascendimos el Cerro el Plomo 5.424 m. en la zona de Andes Centrales algunos días antes de viajar a la Patagonia.  

Elegí la Guillaumet de 2.580 m. porque me pareció una buena montaña alpina para introducirme en la escalada en El Chaltén, la ruta seleccionada fue Amy-Vidailhet, una hermosa línea que mezcla hielo, roca y nieve de muy buena calidad.


El hermoso pueblo de El Chaltén.


 Una vez en el pueblo de El Chaltén los tres, comimos cordero con papas en un restaurante,   seleccionamos el equipo que llevaríamos y nos lanzamos a la aventura, llegando a nuestro campamento base a las 1800 pm aproximadamente, en una hermosa aproximación. En el base camp nos topamos con otros escaladores de varias nacionalidades, todos con sus sueños en mente. 

La ventana ya estaba instalada, con nada de viento, mucho calor y día despejado, por lo que aprovechamos lo que nos quedaba de la tarde para recorrer una sección del glaciar adyacente al base camp y así aprovechar de practicar algunas técnicas de progresión y seguridad en glaciar que nos podían ser de utilidad en la ascensión y al retorno y de sintonizar con este hermoso entorno.


En el base camp.
                   

Pancho en el glaciar, día de prácticas.

Salimos del base camp a eso de las 0130 am hacia el collado Guillaumet, llegando al collado a las 0630 aproximadamente. Disfrutamos mucho la ascensión por los neveros, pero la zona de acarreo en si era muy, muy tediosa.  Una vez en el collado nos equipamos para cruzar el glaciar, llegando a la rimaya que separa el glaciar de la parte técnica de la ascensión, pasada las 0730. La rimaya estaba muy suelta producto del calor del momento, no pudimos cruzarla por lo que decidimos volver a intentarlo al día siguiente más temprano, con más frío.

Esa tarde llegamos temprano preparamos algo para comer y programamos los despertadores a eso de las 0000. No creo que hayamos dormido mucho aquella noche. Salimos de acuerdo a lo programado para alcanzar la rimaya antes que le de el sol directamente.


Frente a la ruta, antes de la rimaya.


Una vez superada la rimaya por Pancho, me tocó liderar los largos en hielo y el mixto hasta llegar a un collado donde termina la ruta, siendo este sector parte de la ruta Comesaña-Von Rouge.  Mi parte de la ruta inicia con pendientes que parten en los 50 grados y se va empinando hasta terminar en un bonito mixto de nieve, roca y hielo donde en una sección se escala con bota de montaña y crampón y zapatilla de escalada al mismo tiempo, esta en particular fue una sección un tanto delicada pues había roca suelta y se hacia peligroso para los segundos de cuerda, pero todo bien con mucho cuidado.


Primer largo de la ruta.


Terminados los largos de hielo y mixto nos metimos en la ruta Comesaña-Von Rouge. Pancho lidera casí todos los largos de esta parte de la ruta exceptuando el último que amablemente me cedió liderar.


Ya en el granito, durante uno de los largos en roca.





Saliendo del último largo de roca.

 

Luego de último largo de roca viene la rampa que conduce a la cumbre, es bastante expuesta, pero con cuidado no debiera haber problemas.

Y por supuesto la cumbreee !!!! A eso de las 1600 con mucho sol y ni una brisa de viento, se aprecia el Cerro Chaltén y la Aguja  Mermoz de fondo. 


Cumbre !!!!  Pancho, Eduardo y yo.


El descenso es por la misma ruta, todos los rapeles están bien instalados y fiables. Llegamos a eso de las 0100 del día siguiente al base camp, a comer y dormir.


Rápeles 
                       

Descenso al Chaltén al día siguiente,  en el pueblo, comida, chelas, todos muy felices y contentos por el logro personal.

Tuvimos la suerte de contar con una buena ventana que hizo realidad nuestro sueño de escalar esta ruta en La Aguja Guillaumet, El Chaltén, lo cual a mi en lo personal me hizo soñar por más en la Patagonia.



Luis Pavez